miércoles, 5 de octubre de 2016

SIEMPRE LLUEVE EN MI CORAZÓN. Concepción. Invierno 2016.

SIEMPRE LLUEVE EN MI CORAZÓN
Aún postrado y siempre enfermo,  adefesio desfigurado y asimétrico
-la definición misma de lo monstruoso-: vuelvo a oír la lluvia caer.
Cae para mi hoy como un recuerdo de una antigua salud que no supe gozar,
como una promesa de sanar, alguna vez, y recordarlo aún.
Siempre llueve en mi corazón:
llueve con furia, llueve con alegría o llueve con nostalgia, que es memoria y es dolor.
Y sólo llueve.  
Y el tiempo cae.
Y la vida fluye por la pendiente de los techos y las calles de Conce.
Fluye a chorros de las canaletas de hojalata y de las bocas de las gárgolas de piedra,
como una fiesta sin excusa, que tras su paso deja un surco en la tierra
y una agujero en la roca, un bello recuerdo que pronto se desmorona.
De ahí en adelante, sólo resta dar las gracias, muchas gracias.
Una y otra vez: a cada árbol, a cada piedra, a cada perro,
mientras nos alejamos veloces por las acequias hacia el Bío Bio y hacia la noche,
cada vez más oscuros y sonoros, cada vez más solitarios pero más serenos.

Porque algún día, quizás, al fin, nosotros, en el mar...

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